
El único pensamiento en tu cabeza es que eres una perdedora. Ellos deben saber algo que tu no sabes y por eso estás como estás. De dónde saca tiempo toda esta gente? Y el dinero, acaso encontraron a la gallina con los huevos de oro? De dónde salen los buenos hombres y los buenos trabajos?
Cómo se consiguen las buenas cosas de la vida?
Porque tu y yo ambas sabemos que un trabajo más gratificante, un millón de dólares y un hombre guapo y cariñoso serían muy bienvenidos. Así tendrías algo que presumir, más allá de tus selfies junto al perro.
Cuando estaba aprendiendo a surfear obtuve varias lecciones de vida. Una de las más importantes fue aprender a esperar por las buenas olas.
El Surf me Enseñó a Cachar Buenas Olas
La gente cree que el reto del surf es mantener equilibrio sobre la tabla. Esa es la parte sencilla. No se dan cuenta que lo difícil es cachar una buena ola.
En la vida, la gente ve el lado bonito de las cosas y supone que sería muy bueno estar ahí, pero tampoco se percata de lo que cuesta llegar a ello.
En ambos casos, el secreto reside en establecer un estándar.
Te voy a contar la triste historia de mis primeros días como surfer.
Emocionada llegaba a la playa, me amarraba la tabla al pie y me zambullía en el mar. Quería cachar una buena ola. Para hacerlo necesitas nadar mar adentro, pasadas las corrientes que se forman en la orilla. Usaba todas mis fuerzas, intentando atravesarlas. Ellas impetuosas me golpeaban sin clemencia. Combatía estúpidamente contra un gigante que tiene todas las de ganar.
Desesperada por pararme en la tabla intentaba montar cualquier ola que se acercara a mí: pequeñas, grandes, con fuerza y a punto de romper. Me rebotaban a la orilla y la lucha comenzaba de nuevo.
Terminaba cansada, con arena en la entrepierna y la nariz llena de agua. No era muy glamuroso que digamos.
Un amigo me obsequió una línea de sabiduría que dio 180 grados a mis habilidades – y revolucionó mi vida en general
No te canses con las olas pequeñas, espera a la grande
Oh revelación! Me di cuenta de que efectivamente, perdía mi tiempo intentando montar olas que no me servían. Pasé varios días observando a los pros.
Su historia es muy distinta. El verdadero surfer se sienta sobre la arena y se fuma un porro. Saluda a su viejo amigo, el mar. Con las emociones apaciguadas toma la tabla y se moja los pies. Observa la corriente y la fuerza con que viene el agua. Detecta el momento perfecto para entrar, cuando la marea está baja. Sigiloso se desliza pasadas las corrientes con la destreza de un pez, llegando a la zona donde el agua es tranquila. Se sienta sobre la tabla para mirar al horizonte. Siente los rayos de sol acariciándole la espalda.
Deja pasar olas pequeñas, grandes, con fuerza y a punto de romper porque sabe que ninguna le sirve. No se distrae. No se conforma. Espera paciente el momento de sincronicidad perfecto cuando LA Ola surge.
A lo lejos, vislumbra su nacimiento y se gira para encarar a la playa. Rema calculando la distancia exacta para encontrarla. Entonces, LA Ola le regala un aventón sobre su cresta. Impulsada por la fuerza del agua, la tabla se levanta, adquiere estabilidad y el surfer se para, prestando una sonrisa coqueta y brillante a los espectadores.
Llegado el momento, desciende de su vehículo. Con un sutil movimiento de cabeza aparta el cabello de su cara, toma la tabla bajo el brazo y camina con paso firme hacia la arena. El sol resplandece sobre las gotas de agua que escurren de su cuerpo, bañándolo de un brillo casi celestial. Cualquiera que lo viera, creería que es pan comido.
El verdadero surfer es paciente. Sabe lo que quiere y se sienta a esperarlo. No deja que nada lo mueva de su cometido. Disfruta cada paso y cada momento. No se distrae, no se desespera, no corre. Tiene una cita con LA Ola perfecta y sabe que tarde o temprano llegará.
Y También a Esperar Buenas Oportunidades
LAS Olas grandes de la vida: un negocio exitoso, un buen trabajo, una amistad entrañable, un buen hombre, una relación familiar constructiva y un cuerpo fuerte se cachan igual que las grandes olas del mar.
Pones una intención firme
Todo empieza con la intención. Tienes que establecer un estándar para lo que quieres y no conformarte con menos (como yo lo hacía en mis días de principiante).
Tomas acción
Observas. Estudias. Sales al mar y tomas acción. Nada interesante sucede cuando estás de espectador. La vida se desarrolla en el agua.
Te preparas para recibir
Como lo hace un pro. Confías en tu intención. No te distraes. No te das por vencida.
No te conformas con olas pequeñas, que guardan la promesa de un sueño pero al final sólo te revuelcan.
Esperas con paciencia y disfrutas el proceso. Aguardas a que las circunstancias se ajusten creando un momento de sincronicidad perfecto, donde la gran oportunidad y tú se alinean sobre el mismo camino.
Entonces un día, cuando la Gran Ola llega a ti, no tienes más que abrir tu mano para recibir.
Cuál es la Gran Ola que estás esperando? Comparte en los comentarios.
