Te voy a compartir la sencilla pero efectiva técnica que utilizo para emprender grandes transformaciones. A veces sabes que necesitas algo diferente, un cambio radical de vida, pero te quedas atorada porque no tienes ni la menor idea de cómo empezar.
El simple hecho de pensar en tu situación te agobia y te deja con cara de ¿Ahora qué? (X_X).
Entonces no haces nada, quedándote estancada y desesperada. Las fotos como esta solo te dan ganas de llorar



Te voy a compartir la sencilla pero efectiva técnica que utilizo para emprender grandes cambios.
Cambiar es laborioso
La transformación es una constante de la vida y un suceso que ocurre por sí mismo pero no es fácil. Requiere un montón de energía para llevarse a cabo.
Esto que te voy a decir no es nuevo, seguramente ya lo escuchaste, pero vale la pena repetirlo.
Tus sentimientos producen pensamientos que se transforman en palabras y éstas en acciones que dibujan tu realidad. Este proceso normalmente se piensa como algo lineal.

Si observas la naturaleza, te darás cuenta de que las líneas rectas no existen. Todo funciona en ciclo, como los días y las estaciones, que se repiten una y otra vez. El diagrama, más bien quedaría así

Cuando modificas cualquier elemento, los demás automáticamente siguen. Cambiar tu vida realmente es así de sencillo. Sólo hace falta mencionar la cuestión que complica todo: Eres un ser de hábito.
Tus hábitos te mantienen presa
Un hábito es un programa que tu mente aprende a repetir en automático. Se crea cuando haces muchas veces lo mismo. Piensa en una gota de agua que constantemente cae sobre una roca. Es pequeña, pero persistente. Al cabo de varios años logra atravesarla. En ese momento, ya no tiene que hacer ningún esfuerzo para llegar al otro lado.
Pones mucha energía en crear un hábito. Cada vez que lo repites, lo fortaleces y cuando quieres romperlo, te enfrentas con un gran problema. El patrón está tan arraigado, que necesitas todo un ejército para poder erradicarlo. ¡Imagínate que la gota de agua repentinamente quisiera cerrar el hoyo!
La amiga que cada semana comienza una dieta o la que termina con el novio un día sí y uno no, realmente quieren algo diferente y saben que lo necesitan, pero sus hábitos emocionales, de pensamiento, de palabra y de acción las mantienen presas en el ciclo.Para iniciar y sostener el cambio que anhelas necesitas construir repeticiones que te jalen hacia una nueva realidad.
Como se forma una avalancha
En las montañas nevadas, todo es silencioso, eterno y estático. Repentinamente un pájaro suelta sus heces sobre una rama. Ésta se quiebra, alterando la tensión en un fragmento de hielo. El hielo se rompe y se desliza por una pendiente resbalosa, acumulando fuerza, momento y volumen a su paso para crear una catastrófica avalancha.
Un minúsculo excremento fue suficiente para iniciar el gran movimiento, pero no para sostenerlo. Si hubiera caído en otra rama o si la rama hubiera sido más fuerte, el suceso habría pasado desapercibido.
El cambio es un proceso gradual y se produce por la suma de pequeñas coincidencias que juntas tienen un gran efecto.
La técnica de la avalancha para empezar un cambio radical
El cambio es natural e inevitable pero necesita tiempo y constancia. Un día intenso de acción no sirve de nada si se queda como un elemento aislado. Es como el pequeño excremento que cae en la rama equivocada.
Para lograr verdadera transformación necesitas desatar una avalancha. Vas a usar a los hábitos para ayudarte. Lo primero que debes hacer es encontrar un detonante. Sigue estos pasos:
- Piensa en el cambio urgente que quieres hacer
- Haz una lista con todos los obstáculos que tienes, por ejemplo:
- Quiero despertarme temprano >> Pongo la alarma, pero la pospongo
- Quiero bajar de peso >> no tengo tiempo para cocinar y como en la calle
- Quiero sentirme más tranquila >> mi trabajo me estresa
- Selecciona uno de los obstáculos y búscale solución. Debe ser algo que puedas hacer en cinco minutos, no más. Algunos ejemplos de soluciones:
- Quiero empezar a hacer ejercicio
- Hacer 3 lagartijas por día
- Subir a mi departamento usando las escaleras en vez del elevador
- Caminar en vez de tomar taxi
- Ya no me gusta mi trabajo y no sé que hacer pero quiero cambiar
- Escribir posibles soluciones. Si no se me ocurre nada, buscar en internet lo que puedo hacer o preguntarle a alguien más.
- Leer tres páginas de un libro sobre orientación profesional
- Escuchar una canción que me pone de buenas y me inspira
- Me gustaría comer más saludable
- Buscar una receta sana y rápida de hacer
- Lavar una manzana y guardarla en mi bolsa, para cuando me de hambre en la calle
- Detenerme en la tienda cuando voy para mi casa y comprar verduras
Repite tu detonante durante 60 días seguidos para transformarlo en un hábito. Este es el tiempo promedio que toma crear un patrón nuevo de comportamiento.
Los primeros días van a ser los más difíciles, sobre todo porque se te va a olvidar. Tener un recordatorio visual es muy importante. La técnica de Seinfeld es muy sencilla y efectiva. Toma un calendario vacío donde puedas ver un año completo y pégalo en la pared. Marca una cruz cada día que cumplas con tu objetivo. El chiste está en crear la cadena de X más larga que puedas.
Si un día no cumples, perdónate y déjalo ir. Analiza lo que sucedió y retoma el hábito al día siguiente.
Es muy tentador sentarte a crear un elaborado proyecto con estrategias, objetivos y planes de acción para cambiar. En teoría funciona, el problema está en seguirlo. No te compliques. Te tomó toda una vida cavar el surco en el que estás, necesitas más que un plan y buenas intenciones para salir.
La acción que elegiste sirve como detonante. Empieza a crear inercia y momento para poco a poco jalarte hacia lo que quieres. Habrá días en que harás más del mínimo y eso está muy bien. Otros días no, y también lo está. El punto es que todos los días hagas algo – lo que sea – para crear el nuevo patrón.
Cuando hayas terminado 60 días con el primer hábito, puedes subir al nivel dos. Aumenta el tiempo a 10 min. o incorpora un segundo hábito. Cuando logres otros 60 días, sube al nivel tres.
Poco a poco tu avalancha tomará fuerza, hasta un punto en el que la nueva realidad será inevitable.
Como usé esta técnica para dar un giro a mis días
Hace cuatro años que comencé a trabajar desde casa, era un caos total. Uno de mis mayores problemas era organizar mi tiempo y mis actividades porque no tenía un horario fijo. Usando la técnica de la avalancha, mis días pasaron de:
Son las 5 de la tarde, llevo todo el día sentada en la computadora perdiendo mi tiempo en Facebook, no he desayunado, no he comido, me duele la espalda, los ojos y mi lista de pendientes es enorme. Quiero llorar. Maldita sea, ya es Jueves y mañana Viernes y voy a terminar trabajando el fin de semana porque no he terminado lo del Lunes.
A
Son las tres de la tarde y ya hice Yoga, desayuné, saqué a mi perro a pasear y voy llamar a mi amiga para comer juntas porque ya terminé con todo mi trabajo. Lo que queda puede esperar para mañana, al fin que no me urge.
Cuando era un caos, sabía que necesitaba organizar mi tiempo. Probé con calendarios, aplicaciones, alarmas, agendas y listas pero nada funcionaba. Obviamente tenía mucho que aprender. En mi frustración abandoné todo porque era demasiado complicado.
Decidí enfocarme en una sola cosa: la que mayor diferencia estaba haciendo. Empecé a tomarme cinco minutos antes de dormir para escribir un horario y objetivos para el día siguiente. A veces lograba apegarme al plan por completo y otros no. A pesar de ello, despertaba más tranquila, sabiendo que tendría tiempo para hacer todo. Además evitaba distraerme con lo que no era importante o urgente.
Con esto me di cuenta de que la mayor parte de energía se iba en revisar mi correo. Agregué el hábito de sentarme todos los días a depurar la bandeja de entrada durante cinco minutos.
Al principio no hizo gran diferencia pero me enseñó a enfocarme en lo que estaba haciendo y a no dejar las cosas para después. Esto me dio todavía más tranquilidad. Empecé a gastar menos tiempo en el correo y como consecuencia mi carga laboral se hizo más ligera.
Ya estaba más organizada, pero pasaba demasiadas horas sentada frente a la computadora. No es para nada saludable. Agregué cinco minutos de ejercicio al día. Esto me ayudaba a sentirme menos cansada al final del día. Extendí el tiempo a una hora de Lunes a Viernes.
Noté de que las mañanas son mis horas más productivas. Empecé a levantarme más temprano y a poner las actividades principales primero.
Un pequeño cambio ha llevado a otro y tres años después considero que soy bastante organizada con mi tiempo. Ha sido un cambio gradual, pero seguro.
Es hora de dar tu primer paso. No lo dejes para después, porque es probable que te olvides de ello.
¿Cuál será el hábito detonante para el cambio que necesitas?Comparte en los comentarios
